La historia dos almas especiales destinadas a amarse, de dos almas gemelas. El dolor y el esfuerzo para conseguirlo, la esperanza y el valor necesarios para salir adelante, la belleza de nuestro mundo y de los mundos paralelos... Y la magia del amor.



martes, 5 de julio de 2011

Pausa

¡Hola a todas! ¿Qué tal?
Lamento muchísimo tener que publicar esta entrada... Pero me temo que es necesario. Tengo que anunciar una pausa en la novela, que ¡no os preocupéis! No durará mucho. El motivo es que me voy de vacaciones, y no puedo llevarme el ordenador, por lo tanto me será imposible subir los nuevos capítulos... En Agosto ya estaré de vuelta, así que creo que puedo prometeros que el día 2 o 3 volveré a publicar...
Aprovecho la ocasión para agradecer los fieles comentarios de mis seguidoras, en verdad los necesito!!
Gracias por la comprensión, que tengáis un buen verano y nos vemos pronto de nuevo!
Mucho A.M.O.R


Capitana Amanecer

sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo VII: A.M.O.R.

Michael se despertó cuando un rayo dorado de sol le acarició el mulato rostro. Se movió, se estiró y abrió lentamente los ojos. Se sobresaltó, nervioso y desconcertado. Pero de pronto recordó dónde estaba, y la dulce noche anterior. Vagamente, se acordó de los poemas, de la voz de Blanca, y de que luego ella se había acostado junto a él, calentándole y abrazándole con dulzura.
Se sintió muy descansado, con nuevas energías y a salvo. Radiante, miró a su alrededor. Blanca estaba sentada en un sillón, al lado de la cama en la que el joven dormía, leyendo un libro. Cuando el arpa-yinn se incorporó, la joven levantó la cabeza y le sonrió.
-         Buenos días. ¿Qué tal estás?- saludó, alegremente.
-         Buenos días. Perfectamente… ¿y tú?
-         Muy bien. Me alegra oír eso… Anoche te dormiste en seguida. Parecías cansado…
-         Lo estaba. Realmente, yo… bueno, no sé que hacer para agradecerte esto… Pero algo haré. Me estás salvando la vida, ¿sabes?
-         No exageres… Tampoco he hecho tanto. ¿Prestarte una cama y un baño?- pero la joven sonrió, cambiando alegremente de tema. -¿Qué quieres desayunar?- le preguntó al joven. Él se ruborizó, pero sonrió.
-         ¿Vas… vas a darme también de desayunar?
-         Pues claro. Es fácil robar en la cocina.- agregó Blanca, con una sonrisa pícara. -¿Te apetece fruta?...- Michael asintió tímidamente con la cabeza, y sólo pudo decir lo que le salió del corazón.
-         Eres un ángel.- y se puso colorado. Blanca también, pero sonrió.
-         Gracias.
-         Gracias a ti.- y, en ese momento, alguien llamó a la puerta.
-         Adelante.- invitó Blanca, confiada. Michael fue a decirle algo, sobresaltado porque nadie le viese, pero antes de que pudiese hacer nada, Tina entró a la habitación, exaltada y agitada.
-         ¡Niña! El arpa-yinn ha desapare…- empezó a gritar, pero se interrumpió cuando vio a Michael sonriendo, sentado en la cama.
-         Oh.- se sorprendió, admirada. Allí, vestido de blanco y entre las sedosas sábanas, con la luz de la mañana y una sonrisa radiante, Michael parecía totalmente un ángel. Tina se volvió hacia Blanca, asombrada.
-         Tu tío os matará si se entera.
-         No va a enterarse.- sonrió ella, con picardía.- Lo estamos pasando muy bien, y Michael está descansando mucho. ¿Verdad, Michael?
-         Sí.- afirmó él, con una sonrisa encantadora.
-         Me encargaré de que mi tío no se entere.- dijo Blanca. Tina negó con la cabeza, resignada.
-         Bueno, bueno… Llamadme si me necesitáis, ¿eh?- y se marchó sin esperar respuesta, riendo por lo bajo disimuladamente.
Blanca se sentó en la cama al lado de Michael, como si nada hubiese pasado, trayendo una bandeja que descansaba en una mesita. Estaba llena de frutas, con un vaso de leche y zumos recién hechos, probablemente robados de la cocina, o elaborados por la propia Blanca.
-         Coge todo lo que quieras.- le invitó al joven.- Menos la leche y un zumo, es todo para ti.
-         ¿Lo… lo dices en serio?
-         ¡Claro! Estarás hambriento.- Michael sonrió, y comenzó a comer con moderación, educación y delicadeza, aunque tenía un hambre voraz. Desde que estaba allí, no comía demasiado, y sólo una vez cada tres días. Tina nunca podía llevarle fruta. Se esforzaba muchísimo por que no fuese ni carne ni pescado, pero le era imposible conseguir fruta. Michael le echaba de menos cada día.
El arpa-yinn se comió cerezas, albaricoques, nísperos, kivis, paraguayas, melocotones, nectarinas, manzanas y peras, trozos de sandía, piña y melón, un mango, una papaya, fresas, higos, uvas, moras, frambuesas, plátanos y naranjas. Blanca se había esforzado por conseguir mucha fruta diferente, y Michael la disfrutó como nunca. No quedó más que cáscaras, huesos y pieles en la bandeja, y vasos de zumo vacíos.
-         Muchísimas gracias.- agradeció el joven cuando hubo terminado, con una sonrisa radiante.- Estaban deliciosas.- ella sonrió.
-         Me alegro.- y luego confesó, con la mirada baja.- No… no me gustaba ver cómo te trataban… pero, si está mi tío, no debo hacer nada, en serio… No tiene reparos en pegarme ni en castigarme, no le caigo bien… Y, si se enterase de que te he ayudado, nos castigaría duramente a los dos…
-         No pasa nada. Lo entiendo.
-         Gracias.- dijo ella, en un susurró. Alzó una mano, y, lentamente, la llevó a acariciar una suave mejilla del arpa-yinn. Él cerró los ojos y se estremeció ligeramente, pero con una sonrisa de satisfacción. Acarició a su vez la mano de la joven, con ternura y timidez. Michael tenía los ojos cerrados, y Blanca una mirada dulce y tierna.
Con inseguridad, la joven aproximó su rostro al de Michael, lentamente, y juntaron sus frentes. Blanca apoyó su mano libre en el pecho del arpa-yinn, y soltó la mano de él para volver a acariciar su rostro. Tímidamente, Michael atrajo el cuerpo de Blanca hacia sí, tomándola por la cintura y por el cuello, jadeando.
La joven acercó sus labios a los del joven, y, suave y tiernamente, le besó con brevedad. Los labios del arpa-yinn sabían a dulce jugo de frutas, y eran tiernos y suaves. Michael tembló de arriba a abajo, como si hubiese recibido una descarga eléctrica. Su piel se erizó, pero se dejó llevar. Todo aquel profundo agradecimiento a Blanca, aquel cariño que sentía hacia ella, aquella confianza y sentido de protección, aquella necesidad de hacerla feliz, aquellas ganas de estar con ella… Todo, de pronto, se transformó en amor.
Michael nunca había estado enamorado, ni siquiera había sentido algo más allá del cariño por nadie; era el primer beso que daba y que le daban, y Blanca era la primera chica que tenía una relación tan estrecha y especial… Pero todo aquello le gustó.  Amó a Blanca, y le devolvió el beso, con inseguridad y timidez. No debería estar haciendo eso; su madre le había advertido muchas veces que no debía amar a seres de otras razas; era peligroso, no debían mezclarse. Pero, por primera vez en su vida, Michael no hizo caso a su madre.

Blanca se separó de él, suavemente, con los ojos cerrados. Michael jadeaba, y la abrazó, sin querer que el momento acabase. Mantuvieron sus cuerpos juntos, dándose calor, y continuaron acariciándose. Ninguno abrió los ojos, pero Michael murmuró, casi inconscientemente:
-         Te quiero…- ambos abrieron lentamente los ojos, y compartieron una mirada profunda. La joven sonrío, y él también.
-         Yo sí que te quiero.- respondió Blanca, con ternura, despeinando los rizos de él. Y se quedaron así, abrazados, perdiendo la noción del tiempo.